Junto a una importante variedad de dulces y clásicas preparaciones como el arroz con leche, los sorbetes y los pasteles maimones, llegaron también los alfajores, elaborados con almendras, miel, canela y otras especias.
Aún hoy existe en Medina de Sidonia, Andalucía, una agrupación de productores de alfajores que conserva la receta original que ha sido transmitida de generación en generación como un legado. Cabe destacar que la misma es mantenida en secreto.
En los siglos posteriores, y con la conquista española de nuevos puertos, la divulgación de recetas milenarias tomó rumbo propio.
En nuestro país, se atribuye el origen del alfajor a la Córdoba española. En el siglo XVII, estas exquisiteces se comenzaron a preparar en conventos, y se elaboraban con dos bizcochos cuadrados unidos entre sí por dulce de leche y cubiertos por un azucarado llamado “tableta”, “cobertura” o “bañado”.
La industrialización del alfajor en Argentina se le atribuye a Augusto Chammás, un químico francés que llegó a estas tierras hacia mediados del siglo XIX. Hacia 1869, Chammás inauguró una pequeña industria familiar en Córdoba, dedicada a la confección de dulces y confituras. Allí fue donde este dulce adoptó forma redonda y se convirtió en la golosina que no puede faltar en ningún kiosco argentino.
No importa si son argentinos o no, lo que importa es que es una de las pocas cosas en la que la mayoría de los argentinos coincidimos y es que son RIQUISIMOS!
ResponderEliminarVivan los alfajores!!!!
Buenísima la investigación!!!
Ahora te sigo, cuando quieras pasa por mi blog!
Besos