La naranja es una fruta cítrica comestible obtenida del naranjo dulce (Citrus × sinensis), del naranjo amargo (Citrus × aurantium) y de naranjos de otras especies o híbridos, antiguos híbridos asiáticos originarios de India, Vietnam o el sureste de China. Es un hesperidio carnoso de cáscara más o menos gruesa y endurecida, y su pulpa está formada típicamente por once gajos u hollejos llenos de jugo, el cual contiene mucha vitamina C, flavonoides y aceites esenciales.
Es más pequeña y dulce que el pomelo o toronja y más grande, aunque menos perfumada, que la mandarina. Existen numerosas variedades de naranjas, siendo la mayoría híbridos producidos a partir de las especies Citrus maxima, Citrus reticulata (mandarina) y Citrus medica (cidro).
Propiedades
El ácido cítrico constituye un magnífico fármaco natural. Una cura de naranjas de tres días puede conseguir milagros en los trastornos digestivos, jaquecas o procesos reumáticos. Su gran riqueza en vitaminas y en oligoelementos la convierten en la mejor aliada contra el estrés y la depresión.
La naranja incluye diferentes sustancias que contribuyen a mejorar el buen estado del organismo. Entre ellas destacan el calcio, fósforo, hierro, magnesio, potasa, sosa y las vitaminas. En concreto, el calcio facilita el desarrollo de los huesos en los niños. El fósforo es sumamente necesario en casos de estrés y en las intoxicaciones. El hierro ayuda a la hemoglobinización de la sangre.
El magnesio sobreexcita el peristaltismo intestinal, combatiendo el estreñimiento. La potasa actúa como depurativo y disuelve las grasas. La sosa, estimula el jugo pancreático, activa el proceso digestivo gastroduodenal, acciona la secreción clorhídrica y, junto con el ácido cítrico, disuelve el ácido úrico. Es muy beneficioso para las glándulas suprarrenales. La naranja posee también vitaminas A, B, G y, sobre todo, C.
Los cítricos y, en especial, las naranjas, constituyen la solución perfecta a la hora de combatir muchos estados patológicos pero también para mantener el buen tono vital cuando se goza de salud. El ácido cítrico, que es oxidante, depurativo, desinfectante y microbicida, estimula la eliminación de todas las sustancias que no se han metabolizado y que reposan en los distintos órganos. Además, su abundancia en sales minerales equilibra las dosis de nutrientes necesarios para el organismo
No sólo corrige las secreciones anómalas de ácido clorhídrico, también actúa como analgésico en los dolores de estómago cuando se suministran las dosis adecuadas, fortifica los músculos estomacales, desinfecta y disuelve los residuos acumulados y facilita las secreciones necesarias para realizar la digestión.
Los mismos efectos de limpieza y estimulación se producen en el hígado y páncreas, cuya contaminación por acumulación de grasas es la causa más frecuente de diversos trastornos, como dolores de cabeza y mareos. La vejiga- e incluso la próstata- se benefician con el consumo de este cítrico que, por sus propiedades diuréticas, facilita la eliminación de esas sustancias que se van depositando.
También se utiliza como terapia de los cálculos del riñón, por lo general con muy buenos resultados, de los que salen beneficiadas las glándulas suprarrenales. Pero sobre todo, la naranja ayuda a combatir el estreñimiento. Sus fibras de celulosa facilitan los movimientos peristálticos necesarios para que se produzca la expulsión de las materias de deshecho. La naranja, además de provocar la expulsión, limpia el tracto intestinal y destruye la flora microbiana patógena del colon con una eficacia superior a la de los laxantes químicos e incluso a la de los poderosos yogur y kefir.
Arma eficaz en Invierno
La mayoría de la gente comienza a concienciarse de lo saludable y necesario que es llevar una dieta equilibrada en donde la fruta esté muy presente. La dieta mediterránea incluye la fruta, y entre ella, los cítricos como piezas esenciales.
Una época del año en la que se recomienda de forma especial hacer uso de los cítricos -naranjas, limones, mandarinas, pomelos- es el invierno, coincidiendo con su tiempo de maduración y mayor excelencia en la calidad de sus vitaminas. Es precisamente la vitamina C, cuyas concentraciones se encuentran en gran medida en los cítricos, la que conviene tomar en cantidades generosas de cara al invierno, ya que ayuda a combatir los catarros tan típicos de esta estación.
Está demostrado además, que la ingestión de alimentos que contengan vitamina C, fibra y minerales, como es el caso de los cítricos, tiene efectos beneficiosos para mantener el bienestar general de la persona. Hay quienes prefieren, y con razón, antes que las típicas pastillas solubles de vitamina C concentrada, tomar una cantidad elevada de cítricos en estas épocas. Tampoco hace falta que la cantidad de cítricos que se ingieran al día sea tremenda, hay médicos que recomiendan un solo jugo diario, preferiblemente por las mañanas. Para los más arriesgados queda el tomarse un jugo de limón rebajado en agua, con o sin azúcar, ya que contiene propiedades antioxidantes y depurativas, además de ayudar a que se reparen mejor las fisuras de los huesos y reducir el riesgo de padecer cáncer y enfermedades del corazón.
Los cítricos son también esenciales en una dieta para equilibrar el peso. Las investigaciones llevadas a cabo demuestran que realizar un ejercicio regular e ingerir una dieta con alto contenido de fruta y vegetales y pobre en grasas, contribuye muy positivamente a mantener un peso saludable.
Un poco de historia
La palabra española «naranja» proviene del sánscrito narang, sin embargo no es una palabra nativa a esa lengua sino que se especula que la tomó de las lenguas drávidas como el tamil, donde se dice narandam a la ‘naranja amarga’, nagarukam, a la ‘naranja dulce’, siendo nari ‘fragancia’. La palabra junto con la fruta, fue lentamente llevada hacia poniente: del sánscrito pasó al persa nārensh, luego al árabe naranj, el árbol, y naranjah ,el fruto y de ahí al español «naranjo» y «naranja», respectivamente.
Se difundió a otros idiomas europeos en un curioso proceso: los portugueses cambiaron la ene inicial por una ele (laranja), al pasar al italiano para que la ele inicial no redundara con el artículo «la» se le eliminó la ele inicial (arancia) mientras que al pasar al francés y al latín se relacionó con el lexema oro (or y aurum) resultando orange y aurantium. Debido a que en la Edad Media el idioma culto de Inglaterra era el francés, en inglés pasó tal cual como orange. Siempre hablamos de Citrus aurantium, de sabor amargo, única naranja conocida en la Edad Media en Europa.
Posteriormente, ocurriría un cambio drástico. Con el comercio con las Indias, Portugal trajo en el siglo XVI la Citrus sinensis y Citrus reticulata, de sabor dulce. Primero llamadas en español respectivamente «naranja de China» y «naranja mandarina» o «tangerina», la Citrus sinensis acabó por tomar el nombre de «naranja» a secas, antes reservado a la aurantium, que pasó a ser llamada «naranja amarga». En algunas partes de México y el Caribe se sigue llamando a la naranja (dulce) «naranja china». En Puerto Rico y República Dominicana se le conoce simplemente como "china". Citrus reticulata fue perdiendo el nombre «naranja» hasta quedarse sencillamente como «mandarina», por lo que no se suele considerar como una naranja.
Variedades
Naranja pérsica
La naranja persa, cultivada extensamente en el sur de Europa después de su introducción a Italia en el siglo XI, era amarga. La naranja dulce fue traída de la India en el siglo XV por comerciantes portugueses, rápidamente sustituyó a la amarga, y en la actualidad es la variedad más comúnmente cultivada. La naranja dulce crece con diferentes tamaños según las condiciones locales, comúnmente con diez gajos, hollejos o segmentos internos.
Marinos portugueses, españoles, árabes, y holandeses plantaron árboles de cítricos a lo largo de las rutas comerciales para prevenir el escorbuto. En su segundo viaje en 1493, Cristóbal Colón llevó semillas de naranja, y limones a Haití y el Caribe. Fueron introducidos en Florida (junto con los limones) en 1513 por el explorador español Juan Ponce de León, en California por los franciscanos a lo largo de El Camino Real de California en la segunda mitad del siglo XVIII y en Hawái en 1792.
Naranja de ombligo o «navel»
Una singular mutación ocurrida en 1820 en un huerto de naranjas dulces de un monasterio de Brasil, condujo a la «naranja de ombligo», también conocida como «naranja de orilla». La mutación causó que en la base del fruto se desarrolle una segunda naranja, pequeña y atrofiada, que le confiere el aspecto de un ombligo. De esta variedad, identificada en términos comerciales con la palabra inglesa navel (‘ombligo’), se han derivado otras, como la «navelina», híbrido de corteza fácil de pelar, y la «navelate» o navel tardía. También se le suele llamar «naranja california».
Naranja valenciana
La «naranja valenciana» (en inglés Valencia late: ‘Valencia tardía’) es una de las variedades dulces usadas en España para la extracción de jugo. Por tener su temporada después que otras naranjas, su consumo es popular luego de pasada la época de las de ombligo. Pese a su nombre, esta variedad no guarda ninguna relación de origen con la Comunidad Valenciana si bien es una de las variedades que más se cultivan en ella, junto a la navel y navelina.
Naranja de sangre
La naranja de sangre tiene rayas rojas en la piel, y el jugo es a menudo de color borgoña. La fruta se ha hecho un lugar como una variación de ingrediente interesante sobre la mermelada de Sevilla tradicional, con sus rayas asombrosas rojas y su sabor distinto. El «ombligo escarlata» es una variedad con la misma mutación diploide que la naranja de ombligo.
Naranja Navelina
El origen de la naranja navelina es americano. Fue descubierta en California como una mutación espontánea de la naranja Washington Navel.
Al principio se la denominaba naranja Early Navel, ya que una de sus características es que es la variedad más temprana de las naranjas navel.
En la década de los 30 la Universidad de California envió unas muestras de naranjas Early Navel al Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias que las denominó naranjas navelinas por no ser tan grandes como las naranjas navel. Esta variedad de naranjas tardó en incorporarse al circuito comercial de los mercados de cítricos, ya que su comercialización masiva arranca de la década de los 70.
El tamaño es algo inferior a la naranja navel común y en bastantes ocasiones la naranja navelina presenta un aspecto algo ovalado. Tiene la piel muy fina y un sabor intenso y equilibrado. La naranja Navelina tiene el "ombligo" característico de las variedades de naranja navel pero éste es generalmente más pequeño y abierto.
Es una naranja de excelente calidad, su pulpa es suave y sabrosa y posee una considerable cantidad de jugo, por lo que también se utiliza coma naranja de zumo. La membrana que separa los gajos de esta naranja es muy fina y se diluye en la boca.
Su color es rojo anaranjado y su pulpa no tiene semillas.
Fuentes:
Wikipedia
www.dieta.com
Adaptación:
Cannelle Douce Cuisine
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